Historia Por qué dono

Conoce por qué devolver algo a la comunidad es importante para Vino Hentsmogan

John G

Director Asociado, Pruebas de Primera Línea Global

De joven tuve una experiencia muy cercana con las realidades de la pobreza, así que la Campaña de Donación de Empleados siempre me toca fibras sensibles.

Cuando era pequeño mis padres eran dueños de un restaurante. Como ocurre comúnmente en ese sector, el restaurante cerró y mis padres entraron en bancarrota perdiendo todos los ahorros de su vida. Esto pasó cuando tenía 12 años.

Viví en un mundo en el que me preocupaba que mi familia no tuviera dinero para pagar el alquiler y nos quedáramos sin hogar. Luego tuve que decir a mis compañeros de clase que el teléfono de casa no funciona por un problema en el cableado, cuando en realidad nos cortaron la línea por no pagar la factura. Después sentí un miedo atroz a que alguien llamara a la puerta porque nunca sabias cuando podría tratarse de un cobrador. Cuando reconectaron nuestro teléfono de nuevo, fue una especie de “dulce envenenado” porque me permitió el “gusto” de hablar con las agencias de cobranza.

Nunca olvidaré la primera vez que hable con una. Tendría unos 13 o 14 años e irónicamente estaban buscando a mi hermano, no a mis padres. La persona nunca se identificó y trató de presionarme para que le dijera dónde estaba mi hermano. Él tendría unos 20 años y de verdad no tenía idea de dónde podría estar, pues ya no vivía con nosotros. Luego aquel hombre dijo algunas cosas un poco amenazantes sobre los “enormes problemas” en los que estaba metido mi hermano y cómo era “una persona muy joven para deberle dinero a tantas personas”. En ese momento pensé que podría ser un mafioso, y me sentí aliviado cunado supe de qué se trataba en realidad.

Aproximadamente un año después de la bancarrota, cuando las cosas estaban un poco mejor, llegó el vencimiento de un certificado de depósito que me había dado mi abuela. El dinero era esencialmente su regalo final para mí, ya que la fecha de vencimiento fue cercana a su muerte. Utilicé ese dinero para comprar una computadora, lo que era muy emocionante, pues era mi primera compra “importante” con mi propio dinero. Un día cuando estaba en la escuela, el cobrador de garantías llegó para llevársela. Mi madre le suplicó que me dejara quedármela, diciéndole que era “mi” computadora y el regalo final de mi abuela. Tuvimos suerte porque de alguna manera fue empático y me dejó quedármela. No me contaron esta historia hasta muchos años después, pero quedé en shock al saber lo cerca que había estado de perder una de mis más preciadas posesiones.

Esta historia puede parecer desgarradora, pero en realidad tuvimos mucha suerte. Nunca nos quedamos sin hogar y nunca pasamos hambre. En la época final del restaurante de mi familia, un tío nos prestó dinero para que pudiéramos comprar comida. Cuando la situación del restaurante se hizo pública, la fortuna nos sonrió de nuevo porque los propietarios de algunos restaurantes locales (amigos de la familia) de inmediato le ofrecieron trabajo a mi padre. Claro que estuvimos cerca del colapso y tratamos algunos años con cobradores y agencias de cobranza, pero al final evitamos lo peor. Por todo eso, mis mayores recuerdos de esa época son el miedo y desesperanza. Se me revuelve el estómago cuando alguien me llama y no reconozco el número, o cuando llaman a la puerta y no espero visitas. No puedo imaginar siquiera cómo debió ser para la gente que padeció situaciones aún más graves.

Al final todo se arregló para mi familia. Aunque mis padres ya no están juntos, ambos tienen cierto nivel de comodidad. Yo ya me mudé y me va bien, lo cual muestra en parte el privilegio que tengo al trabajar aquí. Pero no todos tienen la misma suerte que nosotros, así que por eso es importante donar al cuando podemos ayudar a aquellos que no son tan afortunados como nosotros. 

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